Hoy usamos el término «orwelliano» como sinónimo de las sociedades totalitarias y represoras representadas en la novela "1984". Sin embargo, Orwell mismo creía que las ideas totalitarias habían echado raíces en los cerebros de los intelectuales de su tiempo.
Huxley anticipó en "Un mundo feliz" la perspectiva suicida de la sociedad del futuro, pero en realidad estaba satirizando el desarrollo de la sociedad contemporánea, en aquel lejano 1932.
Cada tiempo tuvo sus males y este no es diferente.
Para algunos, la ejecución de Sócrates demostró la falta de fiabilidad en un gobierno democrático.
Desde allí -y seguramente desde antes-, pasando por Arthur C. Clarke -quién reía de la ironía de pensar en el futuro cuando tal vez no tuviéramos ninguno, hasta Discépolo -aquel de "el mundo" -su mundo- "fue y será una porquería", muchos miraron con espanto al mañana sombrío.
Hoy no es diferente. Nada nuevo bajo el sol.
Por eso, prefiero no quejarme sino hacer. No sé si feliz, pero al menos mi futuro será de un mundo diferente.
Yo también cargo con mis ingenuidades.
Leído en la apertura del programa 364