sábado, 8 de julio de 2017

Una vez... truz

-Había una vez... truz, dijo, siguiendo con el chiste con el que venía insistiendo desde hacía un rato largo. Demasiado largo. Ya no estamos para esas bromas infantiles.
-¿Podés terminarla con eso?
-¡Dale! ¡Si es tan divertido!
Cuando me pone esa cara de cachorrito pidiendo que le arroje la pelota, como me hace ahora, juro que la odio. Bueno, que me gustaría odiarla, porque no puedo.
-¿Cuántos elefantes entran en un FIAT 600?
Apa. Parece que viene para largo la cosa.
-No sé y no me interesa, le ladré a la cara.
-La verdad, sos un animal, me dijo con un mal disimulado enojo.
-Bueno, ahí tenés un insulto muy en contexto, respondí como hablando al aire.
Entonces soltó una carcajada.
Al final parece que el gracioso soy yo.
Me empieza a gustar este juego.

Leído en la apertura del programa 329.

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