El vientre deja de parir.
Los juegos de los niños permutan
algarabía por denso silencio.
Las lluvias, sucias y eternas,
ya no hay modo, no cesan.
Reflejos de vitrinas
y brillos de marquesinas
cobrándose el costo
acumulado
en las llagas
de la Tierra.
Leído en la apertura del programa 241.
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