viernes, 28 de junio de 2013

Diálogos

Tenía tan asumida su propia inteligencia que jamás creyó necesario detenerse a pensar una respuesta. Como el pistolero de un western de los años '50, no esperaba que el otro desenfundara su pregunta: él disparaba primero. Y la víctima siempre era todo intento de conversación, porque era imposible sostener alguna.

Tal era su consideración hacia su propia habilidad para intervenir y resolver las dudas acerca de cualquier asunto, que prestamente respondía aunque la pregunta no estuviera dirigida puntualmente a él.

Cuentan que el personaje en cuestión un buen día cayó en cuenta de que las respuestas que formulaba estaban dirigidas a sus propias preguntas. Al principio le extrañó un poco, pero no le preocupó demasiado.

Finalmente, comenzaron a agradarle esos diálogos consigo mismo. En algún punto tenían una ventaja: ya nadie ponía caras raras ni lo dejaba hablando solo, como hacían sus interlocutores cuando estaba afuera. Incluso creyó advertir cuando él desarrollaba sus inteligentes argumentos en pos de responderse una pregunta, que también el enfermero asentía con su cabeza.

Leído en la apertura del programa 129

miércoles, 19 de junio de 2013

Asfixia de blanco con final feliz

Territorio vasto que me asfixia de blanco, la hoja. Campo non sancto en el que las teclas no disimulan el terror al vacío y se encandilan con un brillo enceguecedor que se parece mucho a la traición y al abandono.

Pero cuando la luz se enciende, la tinta se deshace en puntos que danzan para convertirse en línea, y que de tanto girar y voltear y cruzar y abrir y cerrar se desviven en historias.

Por esas cosas de la ilusión, cuando los ojos finalmente las recorren les es negado el derecho a no haber sido alguna vez. Y está bien que así sea, según entiendo. El triste destino de la historia que se sabe recién arribada, es el de tener que soportar la pena de tal vez no ser contada jamás, negados como tiene sus pliegues para esconder eternidades.

Leído en la apertura de los programas 139 y 536

miércoles, 5 de junio de 2013

La isla

Sueño, como sueña cualquier citadino, con vivir en una isla perdida en medio del mar. Es de esperar, con toda lógica, que en aquella isla soñada no haya caníbales. Sería muy triste convertirse uno mismo en la respuesta perfecta a los placeres de otros. Y no vivir para contarlo.

Leído en las aperturas de los programas 134, 310 y 417