Son años que pasan lentos, difíciles, monótonos, como estáticos.
Mientras tanto Penélope, de ella hablamos, tejiendo y destejiendo soporta el agobio de la presencia despreciada y de la ausencia deseada.
Y sin embargo, ya pasaron tres mil de esos mismos años desde que aquella historia fuera contada. Años con sus mismos días, sus mismas semanas, sus mismos meses. Y sus mismas horas, minutos y segundos.
El tiempo, según parece, suele ser injusto con nuestras urgencias. Y viceversa.
Leído en las aperturas de los programas 120, 334, 518